SABOREAR LA VIDA

Desde hace poco más de una semana se empieza a sentir el ambiente festivo del periodo de vacaciones. Algunas personas tendrán la oportunidad de tomarse unos días para ir a la playa, otras irán a las montañas, a conocer una ciudad o bien a visitar a su familia. También hay quienes preferirán quedarse en casa. Para algunas otras personas tal vez sus vacaciones serán en otro momento. Sea como fuere, el saborear la vida aplica para todos y todas.

Por tratarse de un “acto sencillo”, puede suceder que pasemos de largo el saborear la vida. Quienes son especialistas en psicología afirman que cuando las situaciones placenteras o satisfactorias se repiten día tras día, poco a poco dejan de ser gratificantes. A este efecto se le llama adaptación hedonista, y sucede cuando una persona tiene todo lo que siempre había soñado, pero aun así no puede ser feliz. ¡Interesante! ¿No te parece?

Pero, ¿qué es saborear la vida? Es el acto de salir de tu experiencia para observarla con una mirada no de costumbre, sino de asombro. Es el darte cuenta de lo que está aconteciendo, sintiendo la experiencia, disfrutándola y apreciándola mientras está sucediendo.

¿Por qué vale la pena saborear la vida? Porque el saborear los acontecimientos positivos puede mejorar nuestro estado de ánimo en al menos tres formas:

  • Reduciendo la adaptación hedonista que mencionamos arriba.
  • Ayudándonos a mantener la mente en el presente, evitando que divague.
  • Ayudándonos a sentir gratitud por las experiencias que estamos teniendo a medida que las estamos viviendo.

Tanto si tendrás o no la oportunidad para tomar unos días de descanso, me gustaría invitarte a que aproveches al máximo la práctica de saborear la vida.

¿Cómo lo podemos hacer?

  1. Identifica una experiencia positiva y cotidiana (una comida, una bebida, la puesta del sol, el sonido de las olas del mar -si estás en una playa-, el baile de las hojas de los árboles -si estás en la sierra o en un parque-, una canción, un baile), hazte consciente de ella y saboréala.
  2. Tómate unos segundos para darte cuenta de las emociones positivas que se generan en ti.
  3. Al final del día, piensa en todo lo que saboreaste.

“La vida -y también los fines de semana y las vacaciones- es como un helado, hay que disfrutarla antes de que se derrita”.

La repetición consciente de esta práctica puede ayudarnos a convertir el saborear la vida en un hábito maravilloso que nos mantendrá en un estado de bienestar, así que ¡anímate! Saborea algo bueno cada día -aunque no estés de vacaciones- y disfruta realmente de las mejores cosas de la vida.